I can´t get no (satisfacción)
Exposición de arte erótico comisariada por Alvar Haro
Artistas invitados:
- Juan Francisco Casas
- Nieves García
- Mar Sáez
- Alvar Haro
- Inma Liñana
- Estefanía Martín Sáez
- Xavier Montsalvatje
- David Trullo
- José Luis Serzo
- Cristina Toledo
- Guillermo Peñalver
- Manuel Zambrana
El arte erótico, un camino que rompe convenciones y límites y les (nos) conduce a territorios tan insospechados, profundos e infinitos como el propio deseo. Primavera de calores, la naturaleza se enciende. Nuestra mirada de voyeur se libera de la mano de doce artistas actuales que nos revelan en sus obras sus deseos más íntimos. La inacabable atracción por el erotismo de doce artistas actuales.
I can´t get no (satisfaction) es una exposición colectiva de arte erótico.
Lola Vivas admira mis dibujos de primates lascivos y conoce mi faceta de comisario. Me pidió que organizara una muestra de arte erótico para la Cafebrería en la que yo participara con mi serie de monos (una de las muchas que tengo dentro del tema) y que viene a ser como un autorretrato, aunque esto requiere un desarrollo en otro lugar.
Todo lo que tiene que ver con el erotismo me interesa especialmente pues, a pesar de mis reticencias iniciales, allá por 2004, basadas en juicios estéticos un tanto superficiales y sobre todo en la falta de explorar el tema con la práctica y el método necesarios (mis dibujos sobre las mesas del colegio para animar a mis compañeros híper hormonados como yo no cuentan, o quizás sí), el dibujo erótico es para mí un campo de libertad absoluta que practico regularmente como salvación y por prescripción médica, en el que me dejo arrastrar por fuerzas primarias que surgen de lo más profundo de las entrañas, una posesión casi nocturna en cuanto a misterio y sometimiento a leyes inaprensibles que implican a los sueños, los deseos, las pasiones, la carnalidad, las frustraciones. Un yo que se revela rompiendo el imperio de la razón.
Todo arte, el que se puede considerar como tal, siguiendo lo que decía Picasso, es o aspira a ser erótico. Porque la conexión con el observador, devenido voyeur autorizado, es de orden especular: éste se refleja en lo que ve, siendo el sexo la experiencia más universal y poderosa, la que genera la evolución de la especie, practicaron por raro que parezca nuestros padres y tendrán nuestros hijos, al margen de geografías, historia y culturas y que explica muchos de nuestros comportamientos. Si el absoluto existe se parece a esto.
Al arte erótico, necesario, confesional y terapéutico para el artista, se le sigue teniendo por subversivo, transgresor, marginal, otorgándole un aura de clandestinidad, a pesar de la falsa eclosión comercial que inunda las redes sociales y programas expositivos, más reclamo que integración.
Muchas siguen siendo las censuras que se abaten sobre él, revelando lo temido que es por el discurso hegemónico de orden dominante, tan eficaz cuanto más abstracto y alejado de la realidad biológica. El control hipócrita de la luz que no admite sombras ni noche, con regusto a anatema religioso. Se aplica un vocabulario en consecuencia: lo oculto, inconfesable, prohibido, proscrito, amoral, pervertido, vicio, condena, demoníaco, degenerado.
Con las palabras sexo y erotismo, saltan las alarmas en Google, en los teclados, en los medios y en las conciencias. ¿No será que el Hombre teme, al ser descubierto en lo más íntimo, tener que sincerarse sobre todo consigo mismo? Porque quien esté libre de “pecado” que tire la primera piedra.
Georges Bataille decía que sin prohibición no hay erotismo. Eros y tabú. Erotismo y poder, político, social o personal. Lo visible y lo invisible. Se abren temas para el debate que esperamos poder acercar en estas semanas al público coincidiendo con la exposición: erotismo y miedo, el dolor, el deseo femenino y por géneros, erotismo y pornografía, etc…
La selección no fue fácil ni obvia. Yo mismo me sorprendí de la rareza y escasez de buen arte erótico dentro del ruido general. La selección me recordó a los siete samuráis de Kurosawa, con unos candidatos de reconocida trayectoria erótica y otros con trazas no tan evidentes que había que olfatear y que seguro que a más de uno le sorprenderá.
Todos los que están son incuestionables.
Trece artistas, o doce más uno, el comisario y también artista, que espera no ser crucificado por ello y que sus doce “apóstoles” no sufran martirio. Trece viajes a simas inexploradas cuyo fondo es la raíz misma de su ser y el suyo, espectador-voyeur. Trece experiencias irresolubles que sin duda expanden el conocimiento que tenemos de nuestros propios deseos y sexualidad.
La satisfacción difícilmente será alcanzada, pues ni la mirada del voyeur se conforma con lo que ve, ni el apetito sexual se sacia y menos aún se cura con sexo, ni la fiebre del artista erótico cree llegar nunca al límite. Por ello, bienaventurados Mick Jagger y todos los insatisfechos del mundo pues de ellos es el infinito y ahí radican la alegría y la esperanza. I can´t get no (satisfaction).