[Por Andrea Lorenzo Urones]

Presentación de Isabel González Yagüe‘El vuelo del halcón Rodina’ no es un aleteo cualquiera. Sí comparte esas alas que le permiten surcar los aires rápido y cambiar en apenas un suspiro su dirección. Pero a este halcón le caracteriza un cierto porte heroico y, sobre todo, el recuerdo de un padre que ha dejado huella en la autora que nos regala esta historia, Isabel González Yagüe.
A ella le agradecemos sinceramente su paso por Cafebrería ad Hoc y que no sólo nos deleitase con un bello encuentro, sino también el proporcionarnos muchas reflexiones fruto del proceso de ir desnudando con nosotros su propia historia vital. Estas cuestiones planearon sobre nuestro espíritu durante y después del evento: las enfermedades neurodegenerativas, el saber disfrutar del presente cuando un ser querido va perdiendo sus habilidades para volar solo, el amor, la gratitud, la magnanimidad…

Hacer Justicia con nombre propio

Todos estos matices son recogidos por esta novela juvenil, transformándose en recodos que hay que recorrer a través de un relato que mezcla distopía y realismo mágico en un intento de hacer justicia, “mi justicia”, tal y como nos contaba González Yagüe. Lo hace a través de sus dos personajes principales, Belle y Félix, que deberán enfrentarse a un entorno hostil y enseñarnos en su viaje la grandeza del ser humano, capaz de sobreponerse a momentos críticos y de transformarlos en una oportunidad.

Presentación de Isabel González Yagüe

Un momento de la presentación de Isabel González Yagüe

La presentación del libro, que siguió la fórmula de entrevista a cargo de Nerea Amezcúa Valmala, etóloga y psicóloga que trabaja con personas que tienen ELA, nos dejó claro que, a pesar de que hasta ahora González Yagüe había guardado discreción sobre ello, la novela es un canto a la vida, se presente esta última con su mejor o peor cara. Frente a la desolación que podrían sentir Belle y Félix tras la Gran Depresión (un exterminio promovido por la Alianza de los Estados del Bienestar que acabó con dos tercios de la población humana), la valentía y el amor como antídotos; frente a la desolación que podía haber sentido su familia cuando a su padre se le diagnosticó una enfermedad neurodegenerativa, la fortaleza y el humor que todos juntos hicieron cultivaron contra ella.

Experiencias personales que se transforman en novela. Un sentido homenaje a la figura paterna (“mi padre soñaba que podía volar”, nos contaba), pero también materna. Esos padres que relatan cuentos a los hijos antes de ir a dormir dejan mayor impronta de lo que en un principio podría parecer, gestando sin saberlo a futuros escritores.

Presentación de Isabel González Yagüe
Y así, “resucita” la autora, parafraseando su respuesta al porqué escribe. Porque, como la mayoría de los artistas, ella lo hace “por necesidad”, para “entender este mundo y entenderme en este mundo”. Isabel, gracias por compartir el vuelo de un adiós lleno de nobleza y valor.

¡Enhorabuena!