Un paseo por las prácticas artísticas que utilizan el caminar en la construcción de sus obras

Una línea caminada, a diferencia de una línea dibujada, nunca se puede borrar

Hamish Fulto

SINOPSIS

Caminar en apariencia es algo simplemente funcional, una manera de  desplazarse entre dos sitios que no aparenta tener mayor importancia, pero mientras se camina no solo se esta moviendo el cuerpo, también la mente lo hace proporcionando posibilidades de conexión con el pensamiento, y a través de él, con una gran cantidad de comportamientos y disciplinas, siendo ésta una de las razones por la que la historia del pensamiento está fuertemente asociada a la historia del caminar y puede considerarse como un motor de producción de una ingente cantidad de obras dentro del territorio de la literatura, la filosofía o la poesía.

Si bien han sido estas disciplinas en las que históricamente la experiencia de caminar ha tenido una mayor presencia y repercusión, también desde los primeros años del siglo xx el mundo del arte ha buscado en ella un soporte con el que desarrollar un lenguaje estético alejado de las prácticas objetuales que siempre han estado presentes en el mundo del arte.

Ya los primeros dadaístas y surrealistas intentaron darle al hecho de caminar una consideración artística. También situacionistas, conceptuales, minimalistas o artistas de land art, han explorado las posibilidades expresivas que tiene la experiencia de caminar. Unos se han centrados en el entorno urbano incorporando a su discurso un territorio que tradicionalmente había pertenecido a la arquitectura o al urbanismo, territorios a los que se han ido añadiendo nuevas herramientas para la creación artística como la deriva o la psicogeografía. Otros por el contrario, centran su actividad en la relación con el espacio natural atravesándolo y transformándolo, en algunos casos de manera física, con intervenciones objetuales sobre el territorio mas o menos permanentes, o bien de manera simbólica, entendiendo que caminar como arte implica un factor de desmaterialización y negación del objeto artístico que queda superado por la experiencia corporal del caminar, en la que solo el cuerpo, se involucra con el espacio y permanece atento a no dejar ningún tipo de huella sobre el territorio más allá de sus pasos.

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Entre los premios que ha obtenido se encuentran el Villa de Madrid de Fotografía, el Premio Lóreal de Pintura y el Premio de Creación Artística de la Comunidad de Madrid. 

Parte de la obra física de Manuel Rufo se encuentra en diversas colecciones de instituciones públicas y privadas, como, por ejemplo: Eli Broad Art Fundation de Los Ángeles, Museo Artium de Vitoria,  CAB de Burgos o Universidad de Salamanca, entre otras.

A su vez, sus intervenciones realizadas en espacios públicos han podido ser disfrutadas en exclusiva por los habitantes y visitantes de ciudades como Madrid, Alcorcón, Arganda, Toledo y Segovia.